4.3. El documental. Tipos de documentales. El documental como documento cultural.
Fidel Castro no fue siempre percibido como un dictador, también lo fue como héroe. Así fue como empezó su leyenda, como el salvador cubano que liberó a un pueblo de la esclavitud moral, de los excesos estadounidenses y de un autócrata empecinado en la idea de arrebatar todo atisbo de dignidad a los suyos. La metamorfosis de héroe a villano no tardó mucho en sufrirla, eso sí, muy paulatina y tenuemente, tanto, que a día de hoy algunos siguen sin darse cuenta de que Cuba vive en una dictadura.
El director Oliver Stone ha sabido enfrentarse a la figura de Fidel Castro con destacada maña. Entrevistó al difunto revolucionario durante treinta horas en tres días consecutivos, el material le dio para dos documentales; Comandante, en la que realiza un retrato de la personalidad de Fidel Castro y Looking for Fidel, en la que profundiza en los abusos de derechos humanos ocurridos en Cuba bajo el mando del líder cubano. Las obras de Stone no muestren un sesgo marcado hacia una idea determinada, no busca ofrecer una visión blanca o negra de los hechos, lo que enriquece y da credibilidad al contenido. Durante la visualización de las dos películas podemos ver la figura de Fidel Castro tanto alzada, por su fuerte y admirable personalidad, como degradada por sus ególatras e intransigentes comportamientos.
Tengo una marcada intuición respecto a la historia de Fidel Castro, una intuición que me cuenta que toda su andadura se basa en algo extremadamente simple, el ego. Cuando un ego se desata puede con todo, como una gran riada a la que poco le importa que se llevará por delante a su paso, arrasa con todo. No entiende de amistades, de familia o de compromisos, tampoco de ética, respeto u honor, sólo le importa una cosa, ser saciado. Con él nada es suficiente, nada te hace sentir completo, incomprensiblemente sigues necesitando más y más, no importa cuántos objetivos consigues, siempre quedan en nada. El ego suele exteriorizarse en incombustible afán, en ambición sin límites, en ansía por logros constantes, por un irracional inconformismo y por una necesidad constante de demostrar que eres importante y determinante en tu entorno.
En el caso del extinto presidente cubano, empezó como un movimiento de libertad contra el poder opresor, pero su ego pensó que no era suficiente, temió que tal vez su hazaña fuera olvidada con el tiempo. Imagino que fue entonces cuando tuvo la brillante idea, decidió que lo mejor que podía hacer, era someter a todo un pueblo hasta el fin de sus días, al menos su ego ha estado tranquilo.
El ego no sólo es cosa de dictadores, o políticos incapaces, que sabiendo sus limitaciones aceptan el reto de dirigir un país. El ego está en todos nosotros, siempre nos acompaña, desde que abrimos los ojos a primera hora hasta que los cerramos al final del día. No es malo tener ambiciones o tener deseos de superación. No obstante, si llegamos a exagerar nuestra preocupación por lograr estos deseos de forma demasiado vehemente, no nos importará los medios que usemos para alcanzarlos. Es justo en esta situación cuando acabamos abrazados al ego, cuando exageramos la atención en nosotros mismos y descuidamos los objetivos comunes. No sólo eso, también descuidamos nuestro desarrollo personal, despreciamos la integridad y los valores esenciales como personas. Lo cual acaba siendo altamente nocivo para nosotros mismos y nuestro entorno.
Si no conseguimos dejar de pensar en un “yo” para empezar a pensar en un “nosotros”, difícilmente podremos llegar a un sano destino, en cualquier momento correremos el riesgo de colisionar con nuestros propios impulsos y generar un aparatoso conflicto a nuestro alrededor. Las cadenas del ego acaban por atarnos a nosotros mismos. Como le paso a Fidel, de salvador a opresor, de humanista a verdugo. No permitamos que el ego nos prive de la libertad de servir a los demás y de ser realmente una suma para nuestro entorno. Así es como realmente uno se hace grande.
Me he decidido por este documental porque la figura de Fidel Castro me fascina. Me produce un juego de equilibrios entre lo emocional y lo racional. Su figura despierta en mi parte más emocional admiración, y en mi lado más racional un profundo rechazo. Un personaje histórico que no dejó indiferente a nadie.