El pasado 8 de marzo tuvo lugar la huelga feminista, la primera en España en la que todas las mujeres han parado. El manifiesto con el que las organizaciones feministas llamaron a las mujeres a la huelga era grita y en mayúsculas ¡BASTA! Y uno de estos gritos era contra la discriminación salarial por el hecho de ser mujeres.
Hay que empezar a contestar a la pregunta de si ¿Cobra menos una mujer que un hombre por el mismo trabajo? Si Nadie nos contesta a esta pregunta deberemos remitirnos a datos estadísticos y, según la última estimación del Instituto Nacional de Estadística se concluye que la remuneración bruta media de las mujeres asalariadas en 2015 fue un 23% inferior a la retribución bruta media de los hombres ese año. A esta diferencia es a lo que se le llama brecha salarial.
Pero la brecha salarial no es una cuestión de que los hombres ocupen los puestos de responsabilidad, sino que ocurre en empleos con similares atribuciones. En otras palabras, una mujer cobra menos en el mismo puesto de trabajo. Lo que el movimiento feminista intenta evitar es la discriminación salarial indirecta, que lo más habitual es que sea más alta para una mujer que para un hombre y aparezcan en datos estadísticos como que se tienen ocupaciones distintas, pese a que su aportación a la empresa sea la misma.
En España, la brecha salarial por la contratación a tiempo parcial reside en que el 75% de esos empleos corresponden a mujeres. El 25% de todo el empleo femenino es a media jornada, frente al 8% de los hombres. Desde hace 24 años la ley obliga al empresario a pagar lo mismo a hombres y mujeres por «un trabajo de igual valor». Es aquí donde aparece lo que llamamos la discriminación indirecta. Que significa que se paga distinto sueldo por exactamente el mismo trabajo, no son frecuentes, pero existen.
La brecha salarial es solo una parte de la verdadera desigualdad en el mercado laboral entre hombres y mujeres. Los techos de cristal y la precariedad de la contratación afectan especialmente a las mujeres y los datos, una vez más, no dejan lugar a dudas.
Otra brecha muy notable es que desde que se tienen datos, nunca ha habido más hombres en paro que mujeres. A pesar de que ha habido épocas en que ambas tasas eran muy similares, desde 2013 la brecha en el desempleo se vuelto a abrir y la desigualdad vuelve a ser cada vez más clara. En el último trimestre de 2017, el 18% de las mujeres estaba en paro frente al 15% de hombres.
Por tanto, el movimiento feminista que se hace muy visible el día 8 de marzo debe seguir luchando por esta discriminación y por todas las demás que siguen sufriendo las mujeres como el maltrato en pleno siglo XXI. La influencia del feminismo ha conseguido cambios en ámbitos como el derecho a la educación, el voto femenino y el derecho al trabajo por eso invito a todo el mundo a seguir luchando para conseguir la plena igualdad.