Neffer Amalia Vega Torres: 8M. No queremos flores, queremos los mismos derechos que los hombres.

5.1. La iconosfera contemporánea.

8 de marzo de 2018. Millones de mujeres en todo el mundo se ponen en pie para gritar bien alto que nos queremos vivas, y que no somos menos que los hombres. Que el machismo mata.

El machismo se puede ver en la gran mayoría de los ámbitos de nuestra sociedad, y las redes sociales no se libran de ello. Todo lo contrario, el anonimato que ofrecen hace que la persona detrás de ese perfil se sienta capaz de decir lo que le plazca impunemente. Y muchas veces lo que dice daña. Daña tanto que una de cada cinco mujeres han sufrido acoso a través de las redes sociales; y el 41% de ellas sintieron amenazada su integridad física. Y es que así nos sentimos: amenazadas. Internet es un nido de misoginia, xenofobia, homofobia y racismo; de personas que siguen insistiendo en que un discurso de odio es sólo “su opinión” y hay que respetarla. No señor. No respetaré a una persona que disfruta haciendo daño a los demás, ya sea por medio de la palabra o de cualquier otra manera.

El 61% de las mujeres que reciben acoso virtual a nivel mundial han tenido problemas de autoestima. Es una de las tantas maneras que los hombres han escogido para hacernos sentir menos, para acallarnos, y ha funcionado durante demasiado tiempo. Tanto, que ya estamos hartas.

Twitter, por ejemplo, se ha llenado de cuentas que esparcen odio contra la mujer allá por donde pasa, no hay más que realizar una pequeña búsqueda de los hastags más importantes de este 8M y las palabras como “feminazi” y “puta” (no entraré en el mal uso de ambas palabras) aparecen por doquier. Eso sin tener en cuenta los “doctores en absolutamente nada” con sus estudios sacados de no se sabe dónde, que proclaman que “el 80% de las denuncias por violencia de género son falsas”, y aquel que expone que “si los hombres no hacen huelga también no es una revolución”. El intento de dejar en ridículo a las mujeres que buscamos la liberación en constante:

Twitter; 07/03/2018

Twitter; 06/03/2018

Twitter; 03/03/2018

Ahora el problema es saber dónde está el límite, garantizando la seguridad virtual de las mujeres a la vez que la libertad de expresión.

El movimiento feminista lleva denunciando desde sus inicios a esta sociedad patriarcal y capitalista, racista y heteronormativa. Ha puesto sobre la mesa las demandas de la huelga feminista: el fin de la violencia machista en todos los ámbitos de la sociedad, un reparto justo del empleo, de los cuidados y las riquezas; y el reconocimiento de las mujeres a decidir sobre sus cuerpos. Pero cada vez que una mujer abre la boca para hablar sobre sus derechos la acalláis como sea, y no falta el que grita desde el fondo “¡feminazi!”. Tenéis miedo de que nosotras no lo tengamos, y de que nos empoderemos como lo estamos haciendo, y es normal, pues lleváis toda vuestra vida disfrutando de los privilegios que nuestros antepasados os cedieron sólo por ser hombres. Pero ha llegado el momento de que hombres y mujeres despierten y se den cuenta de que no hay un género ni un sexo predominante, que ambos son capaces de hacer las mismas cosas.

“Luego diréis que somos cinco o seis”. El mundo se llenó de mujeres valientes que salieron a las calles a demostrar que somos fuertes, y que estamos unidas. Y no hay nada más peligroso que la unión. Vamos a romper con la brecha salarial, a acabar con la violencia de género y con el machismo. Porque si algo quedó claro el pasado 8 de marzo es que cada vez somos más las que somos conscientes de que esta desigualdad nos oprime y nos mata. Y que no vamos a rendirnos.

Para más información: Público; 20/11/2017                 Información; 17/01/2018

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