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Si presentamos al hombre desde siempre se le ha enseñado a ser los fuertes, han conquistado territorios y mujeres, son únicos en su trabajo, controlan el poder y están en constante rivalidad y resistencia.
Si presentamos a la mujer desde siempre ha sido la que ha estado protegida por el hombre, como sexo débil, ha sido la compañera que le servía, le cuidaba, le da hijos y los cría y no tiene derechos.
Lo masculino y lo femenino, lo femenino y lo masculino son dos palabras que definen al género humano; todos formamos parte de la vida que nace del mismo concepto, venimos de nuestra madre y padre, todos tenemos las mismas partes genéticas sin tener en cuenta, sin importar, nuestra identidad sexual o de género.
De esta forma se puede ver que el problema no solo es de la actitud del hombre, es una cuestión semántica por atribuir la masculinidad al hombre y la feminidad a la mujer, dando prioridad a lo masculino sobre lo femenino, siendo un gran error que se va arrastrando.
Estos últimos años, magnates del cine, presidentes, pandillas de amigos, jefes, compañeros, maridos…, nunca ha sido tan evidente que el hombre, como cualidad de masculino, está en un proceso de crisis que le transporta a su transformación social. Historias de patriarcado, aversión a las mujeres, la posición social que ocupa dentro de una sociedad o de un grupo social, son normas culturales que lo diferencian.
Esta crisis está forjando un dialogo público real, ¡y ya es hora!, donde tanto mujeres como hombres están afectados, afectados todos, no podemos creer que cualquiera de estas situaciones son fracasos o comportamientos individuales y casuales. Este dialogo tiene que ser una discusión profunda, del porque del fracaso de este mundo masculino que nos ha llevado hasta aquí y buscar una actitud que nos permitan superar esta situación con objetivos que concreten el cómo, el dónde y el por qué para normalizar y avanzar en esta situación.
Se necesita una nueva masculinidad, que no esté basada en la negación por sistema a lo femenino y asentada en la colaboración, complicidad y respeto, en vez de antagonismo, desprecio y abuso. Hay que trabajar para que esto sea serio, sea una realidad, y no que se quede como una buena idea, solo como eso, como una buena idea.
A los hombres se les ha enseñado que los sentimientos son una debilidad que no es masculino, él tiene que ser fuerte, el que está por encima de lo femenino, el que lo controla, y esto priva a los hombres de conocer y entender el verdadero feminismo.
Esto no se trata de culpas, ni iras, ni venganzas se traba de compresión, dialogo, discusión y cambio, cambio real, donde el hombre y la mujer sean capaces de verse iguales, de entender que nuestra sociedad tiene que evolucionar, sin pausas, pero con el concepto claro. Esto no es una labor individual, de un sector de esta sociedad, es una labor conjunta que empieza cuando empieza nuestra vida en el interior de nuestra madre, porque ahí si somos iguales. Una labor que tiene que empezar por cada uno de nosotros, porque nuestras madres y padres ya pueden hacer poco, somos nosotros los hombre y mujeres de la actualidad los que nos tenemos que ver reflejados en la persona y no en la condición de sexo o género.
El hombre y la mujer, el masculinismo y el feminismo, iguales y opuestos, por su razón de ser uno es complemento del otro, independientemente de las preferencias sexuales o de identidad de género.
Un homenaje a todas esas mujeres que ha caído en esta lucha que nunca tuvo que ser, a todas las mujeres sin excepción porque han vivido, están viviendo, la crueldad sin ellas saberlo, aunque creo que ni el propio hombre sabía, sabe, o se había planteado esa situación, simplemente se dedican a vivir, tanto el hombre como la mujer, como venían haciendo, aceptado y defendiendo el rol que a cada uno le toca vivir. Condenando y sin disculpas a todo aquel que no ha sabido respetar, convivir y empatizar en esta sociedad a la que le queda todavía mucho por recorrer hasta llegar a la igualdad que nos merecemos vivir todos.
Y con un deseo, con el deseo que no se quede en esa gran idea que nunca se lleva a cabo y que todos, todos, seamos igualdad.
Para más información: La Vanguardia; 02/12/2017