Francisco Ortega Sáez: El origen de la alt-right, anime y redes sociales

5.3. Ciberespacio, cibercultura y medios de comunicación.

En los últimos años se está dando un preocupante auge de la extrema derecha en Europa y EEUU impulsado por la crisis económica, el desprestigio del conservadurismo tradicional y la falta de referentes culturales de izquierda. Más concretamente, dentro de este renacer de las ideas fascistas en Occidente, nos encontramos con un grupo ideológico que llama la atención: la alt-right, o derecha alternativa. Se caracterizan por exhibir unos valores filofascistas, exacerbados en su cruzada contra lo que ellos llaman “ideología de género” y “multiculturalismo”, conceptos que resultan de cabeza de turco para exhibir orgullosos su machismo y racismo rampantes, y por tener como origen, nicho y cuartel de operaciones Internet y las redes sociales, haciendo uso de la cultura meme como herramienta propagandística y explotando el anonimato que les proporciona. Reniegan de las posturas tradicionales del conservadurismo liberal y se posicionan como “anti-establishment”.

Y este revuelto de ideología y subcultura de internet, se impregna de una estética que puede resultar llamativa: nada de cruces gamadas o esvásticas, ahora lo que se lleva entre los nazis son las chicas anime. Es muy habitual ver en la esfera anglosajona de Twitter a usuarios con avatares anime que realizan un ciberactivismo culpando de todos los males al socialismo y al feminismo, a los inmigrantes, defendiendo a Trump, al Frente Nacional Francés y a sus medidas proteccionistas. Pero la alt-right no es un fenómeno que surja de la nada: el germen del fascismo permanece en todos los países en los que ha existido un nacionalismo belicista, y en la propia estética de la alt-right encontramos pistas sobre el origen de este movimiento. Japón, país del manganime y los videojuegos, tiene una tradición de nacionalismo y dominancia colonial que, apoyada por el revisionismo histórico del gobierno, que se empeña en negar la mayoría de atrocidades cometidas por Japón en las guerras del último siglo, sigue muy patente en la sociedad.

Fue Shinzo Abe, primer ministro de Japón y conocido conservador revisionista y belicista, el que comenzó a emplear el sector del manganime, hasta ahora marginado por la derecha japonesa en beneficio de la promoción de sectores más tradicionales, con fines propagandísticos para la reforma del ejército. Y fue en el país nipón, en la crisis de los 90, donde surgieron los netouyo, el primer grupo filofascista que dirigió sus esfuerzos militantes en agregadores de texto surgidos con el recién nacido Internet, centrando su actividad en crear comunidad y contenido que más tarde podría ser viralizado en las redes sociales. Concretamente en 2ch, protegidos por el anonimato y con su gran tránsito entre la comunidad otaku, se dio un caldo de cultivo ideal para que unos pocos extremistas contaminasen con trazas de humor, política y erotismo toda una comunidad con sus mensajes supremacistas, que más tarde se extendería a páginas más temáticas y organizadas como Alfalfa Mosaic, y de ahí a hacerse viral en Twitter. Sería mezquino afirmar que el otaku es de derechas por definición, puesto que al fin y al cabo, el anime, que se produce en una industria despolitizada, se usó como una herramienta contracultural arrojadiza que poco tiene que ver con las ideas a las que se le ha ligado. Sin embargo es un hecho que sin el ejemplo de estos netouyo, la alt-right tal vez nunca hubiese existido, y es que el modus operandi de esta no es original, más bien un paralelismo que se dio a menor escala pero con mayor intensidad en la red nipona de los 90.

Me parece un tema importante en parte por lo actual y preocupante del ascenso de los movimientos de extrema derecha, y me resulta fascinante la forma en la que usan internet, la cultura meme y las redes sociales como arma cultural y de propaganda.

Para más información: Canino (eldiario.es); 17/08/2017

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