Edgar Guijarro Quirant: Ritmos latinos, reguetón y censura en las radios

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Los ritmos latinos gustan, han gustado y gustarán. En muchos casos, es un deleite para los oídos la delicada combinación de todo tipo de instrumentos mezclados con la fuerza de la percusión.    Por algo la rumba, de raíces africanas y nacida en Cuba, es popular en gran parte del mundo. Su fórmula, que consiste en una alternancia de solista (tono triste) y coro (réplica alegre), es una recreación de la vida, y hace bailar desde a una anciana hasta un niño. Algo tienen estos ritmos que trasmiten alegría.

Si hacemos un breve recorrido por la música del continente hermano, vemos como a lo largo de la historia estos músicos han tenido repercusión internacional, llegando a Europa y Estados Unidos. Desde la música de grandes bandas como las que tenían Benny Moré o Dámaso Pérez Prado, hasta La Sonora Matancera o Buena Vista Club Social. Estos espectáculos de cabaret, donde las bandas, tocaban palos como el mambo, la salsa o el bolero no tardaron en expandirse a todo el mundo. Incluso Frank Sinatra o Nat King Cole llegaron a actuar en el Tropicana de Cuba, y de allí surgieron grandes artistas como Celia Cruz y Omara Portuondo. En España era habitual escuchar estos ritmos caribeños en la radio o ver sus actuaciones por la tele como es el caso de artistas como Antonio Machín, los boleros de los Panchos, la dulce melodía de Nat King Cole…y muchísimos más.

Estos espectáculos de cabaret, tienen una gran cantidad de colorido, belleza y sensualidad, gracias a las bailarinas y bailarines. Cuando la música es capaz de alterar el ánimo y transmitir alegría suele derivar en una danza, que no es otra cosa que el cortejo (en muchas civilizaciones el baile estaba ligado a la fecundidad). Si nos vamos a Brasil, la Lambada es el baile más sensual que se ha exportado al mundo, pero danzar, también, es una de las mayores expresiones de libertad que puede tener el ser humano, por algo la Capoeira es conocida por ser la danza de la libertad.

Hoy día los ritmos latinos siguen invadiendo con su alegría a todo el mundo, el reguetón, difamado por mil cosas, sigue triunfando. Como bien dije al principio, algo tienen estos ritmos que hacen a uno echar los pies a bailar. Pero el coqueteo, hoy día, está mal visto, al igual que la desnudez, expresión de libertad en la Revolución sexual a finales de los 60. Actualmente, los profesionales de la radio animan a los universitarios a que censuren esta música, ya que un chal no puede tapar las ondas radiofónicas. Mientras tanto se escucha muy lejano y tenue aquel lema de mayo del 68 “prohibido prohibir”.

 Por cierto, ¿no les parece a ustedes que la música sicodélica está hecha para el disfrute de los zombis? Comerán cerebros, pero ofender, no ofenden a nadie. El tema de la censura no es nuevo, a lo largo de la historia, los guardianes de la moral han tratado de conducir a la masa para que piensen de manera correcta. Mientras tanto el lema de la ilustración, “sapere aude”, está del todo silenciado, y la gente de oídos tristes nos marca el camino… del corral.

Ya sabe, antes de escuchar una canción, analice bien su letra, o tenga a mano la biografía del autor, pues los inquisidores de esta moral puritana ya le dirán a usted como tiene que divertirse o qué música oír.

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