1.3: La aplicación de la perspectiva de género a los medios audiovisuales.
Ojalá pudiera decir que la mayoría de personas ya no atribuyen ciertos colores, comportamientos o tendencias sexuales a sendos géneros, pero no es así. Esto es debido a que los roles de género llevan acompañando a nuestra sociedad y cultura durante generaciones, y se encuentran tan arraigados, que hay personas que ni siquiera se plantean la naturaleza o coherencia de estas características culturales.
Pero, ¿Cómo se perpetúan estos roles, además de dentro de los núcleos familiares, sociales y culturales? Efectivamente, a través de los medios de comunicación. Es muy difícil tomar la decisión de cambiar tu mentalidad, cuando todo tu alrededor se encuentra “intoxicado” por conceptos que nunca nos hemos parado a pensar si somos libres de cambiar o no (y, sorpresa, lo somos). Es por esto que, aquellas personas que se sienten preparadas para cambiar ese aspecto de su vida, pueden decir que están dando un paso muy importante en lo que supondría una revolución social muy fuerte, si todos y todas tomasen esa misma decisión.
Algunos ejemplos de cambios que una persona puede adaptar a su vida en pro de esta iniciativa son: siendo hombre, no juzgar a una mujer que no vaya depilada solo por el hecho de ser mujer; siendo mujer, no depilarte si no es exactamente lo que quieres (es decir, no hacerlo obligada, al igual que ponerse tacones, maquillarse, etc). Si vas a tener un hijo, o una hija, no elegir el color de su habitación, ropa y juguetes en relación con su género, sino elegir colores neutros, comprarle juguetes “de ambos géneros” (aunque personalmente no crea que los juguetes deban tenegénero) y esperar a que ella o él manifieste sus preferencias…
Ahora bien, si tienes, por ejemplo, una hija que decide, dentro de la libertad que se le ha otorgado, que nada le hace más feliz que vestirse de princesa, no significa que hayas fracasado educándola de forma igualitaria solo porque ha elegido algo relacionado con el rol femenino, solo te toca explicarle que ser una princesa no significa necesitar a alguien para salvarse del dragón, que lo puede hacer sola.
Y a nosotros y nosotras, que en algún momento formaremos parte de los medios de comunicación, nos toca asumir que los cambios grandes empiezan poco a poco, pero hay que empezarlos.
